25 de mayo de 2011

Claves para una Catástrofe - 3

Figura 4.
Los leones en dirección opuesta son un símbolo de que el Este se convirtió en Oeste y
viceversa.


Al día siguiente de haber imaginado que la Tierra temblaba y que miles de millo­nes de personas morían en una gigantesca marejada demoledora, empecé a escribir mi mensaje de advertencia.
Cuando el Sol pasó el décimo sexto grado del signo de Leo en el año 9.792 a.C., el infierno se desató. Una luz abrasadora proveniente de aquel alcanzó la Tierra y el cielo pareció desmoronarse, pero de hecho, la Tierra se inclinó. El símbolo de los dos leones es una ilustración de nuestra evidencia.
La interpretación correcta del símbolo de los dos leones es la siguiente: al sufrir la corteza terrestre un desplazamiento, los continentes ya no se encontraron en su posición original. Pero hay más todavía: cuando el Sol volvió a salir en el horizonte, este era un nuevo horizonte porque la Tierra se había dado vuelta. Los egipcios simbolizaron esto, agregando una cruz de asa, que es el símbolo de la vida eterna en Egipto. El Sol iría a quedarse en ese horizonte hasta el día del próximo cataclismo, después del cual puede empezar un nuevo ciclo de destrucción y resurgimiento. El profesor Frank C. Hibben describe la magnitud de la destrucción provocada por el último cataclismo, en la obra The Lost Americans [Los americanos perdidos]:
Parecería que en medio de un cataclismo catastrófico hace doce mil años, todo el mundo viviente de animales y plantas de Alaska se congeló de repente, en plena actividad, originando así un tétrico acertijo [...] Los grandes animales que le habían dado el nombre al período se extinguieron y su muerte marcó el fin de una era.
Pero ¿cómo murieron? ¿Qué fue lo que causó la extinción de cuarenta millones de animales? Este misterio constituye una de las más antiguas historias de detectives en el mundo. Un buen relato detectivesco incluye seres humanos y muerte, condiciones que se hallan al final del pleistoceno. En este caso particular, la muerte tuvo tan colosales proporciones que daba vértigo contemplar sus rastros [...]
De los fosos de estiércol del valle del Yukón hemos obtenido el cuadro de una rápida extinción. Las pruebas de violencia allí son tan obvias como las de los campos del horror en Alemania. Esas pilas de cuerpos de animales o personas no ocurren simplemente porque haya intervenido un medio natural común [...]
A través del estiércol de Alaska también hay evidencia de que hubo alteraciones atmosféricas de una violencia sin par. Los mamuts y bisontes, por igual, fueron destrozados y retorcidos como por una mano cósmica en un arranque de furia divina... Los animales fueron desgarrados y desparramados por todo el paisaje como si se tratase de hebras de paja e hilo—, aunque algunos de ellos pesaban varias toneladas. Mezclados con las pilas de huesos se encuentran los árboles, también retorcidos, destrozados y apilados en grupos confusos; y todo esto cubierto por un fino estiércol cernido que, al congelarse, quedó en estado sólido.
Esto sucedió la última vez. Ahora nos encontramos frente al próximo cataclismo. ¿Será en la parte final de la Era de Piscis, la cual finaliza en 2016, o en la Era de Acuario? Estamos buscando la respuesta a esta pregunta, urgentemente. El momento del próximo cataclismo ha sido descrito en el zodíaco de Déndera. Descifrar el código es un proceso difícil, pero estamos logrando algún progreso. De hecho, por el libro de Slosman, sabemos que la posición de las estrellas durante el cataclismo anterior tiene que concor­dar con su posición en el año de la próxima hecatombe. Es fácil, ¿no es cierto? Sinceramente, espero que en verdad sea así de fácil. Pero además del zodiaco simbólico hay algunos otros códigos y glifos que complican sumamente el caso. Esperamos recibir alguna ayuda de otro libro de Slosman, Les Divines Combinaisons (Las combinaciones divinas). En él, trata de descifrar los códigos. Pero esta obra apareció sólo en una edición limitada y fue objeto de burla de los egiptólogos oficiales. La suegra de Gino está hacien­do todo lo posible para conseguir un ejemplar; hemos depositado toda nuestra esperanza en ella, aunque aún no hemos tenido suerte.